Se verifica la doctrina o enseñanza por la
locución que es digno audible o exterior del concepto interno. Este es un
objeto o materia de la concepción interior. Y desde aquí se procede a la acción
con la verdad que cuando es contemplada por delectación pertenece a la
contemplación. En la acción comunicadora de la verdad el enseñar pertenece a
la palabra o locución que es obra de la vida activa pero el vacar al verbo
insertándose en la dulce doctrina es pertenecer a la vida contemplativa. Esto
dice Agustín.
El mero comunicar la doctrina es enseñar. Así
dice Gregorio: los varones perfectos anuncian a sus hermanos los bienes
celestiales que ellos pudieron contemplar y encienden así sus ánimos en el amor
de la verdad íntima. Aquí versa sobre la materia de enseñanza. Y al sabio
compete enseñar como dice Aristóteles en cuanto puede expresar el concepto
interior del verbo y así puede conducir a los otros a la intelección de la
verdad.
Tomás hace una distinción entre el mero
enseñar la doctrina y enseñar a los otros a contemplar la verdad.
Caso no considerado en la educación actual a
pesar que el documento conciliar lo prevee. Hoy vida contemplativa es
sospechosa de insolidaria por más que hemos visto el orden de la caridad que
tiene su acto interior y el exterior donde la limosna espiritual
es primera aunque no sea más urgente.
La célebre frase de Agustín: ALLÍ ESTAREMOS
VACÍOS DE OCUPACIONES EXTERIORES, ALLÍ VEREMOS, ALLÍ AMAREMOS muestra la
primacía de la vida contemplativa que hoy comienza aquí sobre la de la vida
activa que hoy aquí termina.
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