La vida activa impide la contemplativa, dice Tomás cuando es mero ejercicio de las obras exteriores como en Marta. Pero no cuando compone y ordena las pasiones interiores del alma. Por eso San Gregorio: para conservar la ciudadela de la contemplación debe ejercitarse en el campo de las buenas obras. No hace mal al prójimo, sobrelleva con alegría el mal que a él le hacen, no se deja llevar por los bienes temporales. Así al volverse a su interior no lleva sombras de las cosas corporales o bien las descarta con la mano de la discreción. Así aquieta los fantasmas que impiden la contemplación. San Juan de la Cruz toma nota.
Prioridad tiene la vida contemplativa en sí sobre la activa pues su objeto es anterior y más excelente. Pero para nosotros aparece primero la vida activa. Dispositio praecedit formam aunque simpliciter secundum naturam est prior contemplatio.
Sin la vida contemplativa de los perfectos puede entrarse al cielo pero no sin la activa de los buenos.
Hay sin embargo un paso de una a otra en esta vida para que adquiera la acción perfección. Muchas veces el amor impulsa a los espíritus perezosos al trabajo y el temor obliga a los inquietos a la contemplación. Se enriquecen mutuamente.
Prioridad tiene la vida contemplativa en sí sobre la activa pues su objeto es anterior y más excelente. Pero para nosotros aparece primero la vida activa. Dispositio praecedit formam aunque simpliciter secundum naturam est prior contemplatio.
Sin la vida contemplativa de los perfectos puede entrarse al cielo pero no sin la activa de los buenos.
Hay sin embargo un paso de una a otra en esta vida para que adquiera la acción perfección. Muchas veces el amor impulsa a los espíritus perezosos al trabajo y el temor obliga a los inquietos a la contemplación. Se enriquecen mutuamente.
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