La perfección -como lo trata Tomás en la cuestión 184 a 3 consiste en cumplir los dos grandes mandamientos. Explica distinguiendo en qué consiste la perfección per se et essentialiter o secundario et accidentaliter. El amor de Dios y del prójimo como consecuencia de poseer el ejercicio del amor, para lo cual, aunque aquí no lo trate, se requiere la nueva ley de gracia y no basta el mandamiento expreso, es perfección. Lo otro, secundario, es instrumental.
El punto del estado de perfección se refiere al de la libertad o servidumbre. En lo espiritual se ve en lo interior o lo exterior. Los hombres ven lo que aparece y Dios el corazón según el mismo libro de los Reyes. Así la disposición interior lo religa con el juicio de Dios y la exterior con la Iglesia cuando se trata de los obispos y otras jerarquías.
Este estado exterior es un compromiso con la caridad y es perfecto por ello pero si su acción es opuesta a ella no tiene la perfección interior frente a Dios.
Puede darse el caso que nos se obliguen a lo que no cumplen y otros cumplan lo que no se han obligado.
Así unos pueden ser perfectos sin estar en el estado de perfección y otros que sí lo están no sean perfectos. El estado eclesiástico se mide por los actos exteriores. Con solemnidad se consagran a al perfección.
Los religiosos y obispos se obligan a abstenerse de las cosas mundanas o seculares que podrían lícitamente usar para entregarse a Dios y en esto está la perfección de su vida de terapeutas del culto. Los monjes se aíslan para la contemplación de la amable perfección divina.
Y hay gracia especial para sus funciones. El obispo recibe la plenitud del poder jerárquico, ilumina a todos con palabras y acciones santas y quien lo transmite a los demás. Él tiende a la perfección como dice San Pablo: NO ES QUE LA HAY ALCANZADO YA SINO QUE LA SIGO POR VER SI LE DOY ALCANCE.
Pero no todos los prelados están en estado de perfección sino los obispos y se entiende por ello la perfección exterior, porque la interior podía tenerla alguien sin orden sagrado. Así no el que tiene cura de almas simplemente tiene el estado de perfección. Hay dos órdenes: el de los presbíteros y el de los obispos. Y además están los diáconos que no harán nada junto a los presbíteros sin la supervisión del obispo. Los pastores plenamente dan su vida por las ovejas y son los obispos, consagrados por Jesucristo y unos a otros imponiéndose las manos. Jesús, Juan, Policarpo, Ireneo.
Esto es así sin democracia. Los demócratas lo repudian pero quieren mandar como obispos sin dar su vida por las ovejas.
El punto del estado de perfección se refiere al de la libertad o servidumbre. En lo espiritual se ve en lo interior o lo exterior. Los hombres ven lo que aparece y Dios el corazón según el mismo libro de los Reyes. Así la disposición interior lo religa con el juicio de Dios y la exterior con la Iglesia cuando se trata de los obispos y otras jerarquías.
Este estado exterior es un compromiso con la caridad y es perfecto por ello pero si su acción es opuesta a ella no tiene la perfección interior frente a Dios.
Puede darse el caso que nos se obliguen a lo que no cumplen y otros cumplan lo que no se han obligado.
Así unos pueden ser perfectos sin estar en el estado de perfección y otros que sí lo están no sean perfectos. El estado eclesiástico se mide por los actos exteriores. Con solemnidad se consagran a al perfección.
Los religiosos y obispos se obligan a abstenerse de las cosas mundanas o seculares que podrían lícitamente usar para entregarse a Dios y en esto está la perfección de su vida de terapeutas del culto. Los monjes se aíslan para la contemplación de la amable perfección divina.
Y hay gracia especial para sus funciones. El obispo recibe la plenitud del poder jerárquico, ilumina a todos con palabras y acciones santas y quien lo transmite a los demás. Él tiende a la perfección como dice San Pablo: NO ES QUE LA HAY ALCANZADO YA SINO QUE LA SIGO POR VER SI LE DOY ALCANCE.
Pero no todos los prelados están en estado de perfección sino los obispos y se entiende por ello la perfección exterior, porque la interior podía tenerla alguien sin orden sagrado. Así no el que tiene cura de almas simplemente tiene el estado de perfección. Hay dos órdenes: el de los presbíteros y el de los obispos. Y además están los diáconos que no harán nada junto a los presbíteros sin la supervisión del obispo. Los pastores plenamente dan su vida por las ovejas y son los obispos, consagrados por Jesucristo y unos a otros imponiéndose las manos. Jesús, Juan, Policarpo, Ireneo.
Esto es así sin democracia. Los demócratas lo repudian pero quieren mandar como obispos sin dar su vida por las ovejas.
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