Algunos intelectuales sólo creen en la literatura y cabalgan toda su vida en palabras bizarras pero llegado el momento de abandonar esta vida, cuando llega el momento de emprender aquel canto del cisne y aquel vuelo platónico son más empiristas que el que cobra las deudas. A menos que quieran encarnar el papel de Shylock y no crean en la poesía que lo forma.
He aquí que se trata del descenso a los infiernos, cosa esencial de la literatura y se pondrán a querer tocar las monedas y contarlas para creer en lo que ven. Como si fuera medida del saber fuera el contabilizar lo inmediato ¿Se ven los protones y neutrones? ¿Se ve el Big Bang? Es una cuestión dogmática: creen en la ciencia y la literatura que detentan es apenas un niño fabulador.
Cristo desciende a los infiernos donde a los condenados los convence de su malicia e incredulidad y al purgatorio para dar esperanza de alcanzar la gloria mas adonde estaban los justos para darles la lumbre de la vida eterna llegado el momento impensable de la muerte de Dios y de la resurrección del hombre, de aquel que todo en sí lo recapitula.
Si su cuerpo estuvo en el sepulcro y allí la divinidad, su alma en el infierno y allí la divinidad, la cual no está en un lugar y luego en otro sino que todos están en ella. Y donde está Cristo está el paraíso.
Hodie eris mecum in paradiso, tales palabras deberían llevar consigo a aquellos amantes de la literatura ¡Qué situación del condenado en cruz! ¡Con quien habla y dónde! Se parten las piedras ante este logos...
He aquí que se trata del descenso a los infiernos, cosa esencial de la literatura y se pondrán a querer tocar las monedas y contarlas para creer en lo que ven. Como si fuera medida del saber fuera el contabilizar lo inmediato ¿Se ven los protones y neutrones? ¿Se ve el Big Bang? Es una cuestión dogmática: creen en la ciencia y la literatura que detentan es apenas un niño fabulador.
Cristo desciende a los infiernos donde a los condenados los convence de su malicia e incredulidad y al purgatorio para dar esperanza de alcanzar la gloria mas adonde estaban los justos para darles la lumbre de la vida eterna llegado el momento impensable de la muerte de Dios y de la resurrección del hombre, de aquel que todo en sí lo recapitula.
Si su cuerpo estuvo en el sepulcro y allí la divinidad, su alma en el infierno y allí la divinidad, la cual no está en un lugar y luego en otro sino que todos están en ella. Y donde está Cristo está el paraíso.
Hodie eris mecum in paradiso, tales palabras deberían llevar consigo a aquellos amantes de la literatura ¡Qué situación del condenado en cruz! ¡Con quien habla y dónde! Se parten las piedras ante este logos...
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