lunes, 14 de noviembre de 2011

¿HAY GUERRA JUSTA HOY?

Parece que ninguna guerra es lícita según aquello: quien empuñe espada a espada morirá”. También el Apóstol exhorta no resistir al malo y la guerra contradice la paz y la Iglesia prohibe los ejercicios bélicos. Mas les fue dicho a los soldados: No hiráis a nadie y contentaos con vuestra paga.
Considera Tomás que para que una guerra sea justa primero depende del estado titularizado por el príncipe y no vale que una persona privada declare guerras ni congregue tropas porque la defensa le corresponde al príncipe así como la seguridad interior como lo dijo el Apóstol en Rom.13,4. También el salmista exhorta al príncipe a sacar la espada para defender al pobre de manos del pecador. Agustín también por orden natural acomodado a la paz postula el principio de autoridad para deliberar sobre la guerra.
Pero todo ello requiere justa causa, es decir para castigar la injusticia. Y las guerras según Agustín se deben mover por el deseo de paz, son guerras pacíficas, nunca por codicia o crueldad.
PUEDE SUCEDER QUE SIENDO LEGÍTIMA Y JUSTA SIN EMBARGO POR INTENCIÓN PRAVA SE VUELVA ILÍCITA: “EL DESEO DE DAÑAR, LA CRUELDAD DE VENGARSE, EL ÁNIMO INAPLACADO E IMPLACABLE, LA FEROCIDAD EN LA LUCHA, LA PASIÓN DE DOMINAR SON COSAS EN JUSTICIA CULPADAS EN LAS GUERRAS.
De este modo quien esgrime la espada con la autoridad del príncipe no merece castigo. Y si hay que prepararse para no devolver mal por mal hay que defender el bien común usando benigna aspereza porque no hay nada mas infeliz que la felicidad del pecador con la que se nutre la impunidad penal y la mala voluntad como enemigo interior se robustece así.
Hay una mala paz contra la cual el Señor vino a traer guerra. Por ello hay que ser pacífico combatiendo de manera de atraer la paz provechosa venciendo a quien se combate. El fin es la paz.
Los religiosos consagrados no deben hacer la guerra ni embarazarse con los negocios de la vida, dice Pablo a Timoteo. Ministros del altar que realizan el sacrificio incruento del altar y deben estar ellos mismo preparados para derramar su sangre por Cristo.
“Las armas de nuestra milicia no son carnales sino espirituales” dice Pablo a los Corintios y deben socorrer espiritualmente a quienes combaten. Aunque alguna guerra sea meritoria no lo es para el clérigo destinado a obra más meritoria igual que el matrimonio lo es pero no para quien elige algo más meritorio.
No se debe engañar ni al enemigo no cumpliendo promesas pero se pueden usar estratagemas, enmascarar lo apercibido para impugnar al enemigo, ocultando los proyectos. Esto en las contiendas justas no siendo allí un fraude, entrando en el concepto de justa estratagema.
Nosotros decimos simplemente: ¡ay de las guerras, ay de las discordias, ay de los cismas! Y anhelamos la paz de la casa del Padre celestial. ¡Basta de hombres y sus cosas! Seamos personas junto a las Personas, lo que éramos en el principio. En cuanto al progreso del DERECHO INTERNACIONAL, hoy con la ONU diremos lo dicho en otra parte. Ya nuestro Juan B Alberdi escribió en el CRIMEN DE LA GUERRA que el sermón de la montaña era el nuevo derecho entre los pueblos porque un estado no puede ser juez y parte al mismo tiempo. Anticipación del abogado Gandhi.

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