viernes, 24 de febrero de 2012

LA IMPAVIDEZ

Como el temor nace del amor lo que se dice del uno se dirá del otro. Aquí se trata del temor de las cosas temporales que nace de ese amor, como el amor a la propia vida y ad lasd cosas que a ella se ordenan.
Hay un modo debido de amarlas: no amarlas como fin sino en cuanto debemos amarlas para llegar al último fin. El pecado es lo contrario de esto. Amar lasd cosas en lugar del fin de ellas y no temer la pérdida de ellas que están orientadas al último fin por soberbia de ánimo como alguien hecho para no tener miedo a lo sublime, como dice Job. También los necios no temen. Así el impávido es vicioso por falta de amor, por soberbia o por necedad.
En los Proverbios leemos: EL SABIO ES CAUTO Y SE APARTA DEL MAL. Y lo temporal debe ser temido y no despreciado en cuanto insztrumento para obrar según el temor y amor divinos.
Por eso el impávido no es fuerte porque la fortaleza como virtud moral impone la razón a su materia y esto provoca un temor moderado con forme a la razón. El hombre así teme lo que conviene, cuando conviene y con als circunstancias debidas.
La timidez se opone a la fortaleza por temer de más y la intimidez o impavidez se le opone por falta de temor. El acto de fortaleza consiste en hacerle frente al temor conforme a la razón y no como el impavido. La audacia se le opone por exceso de fortalezad y lad impavidez por falta de temor. La fortaleza fija el medi relativo entre ambas.
Esto es maravillosamente sutil y provechoso para el hombre si estuviera dispuesto al universo de las virtudes que se adquieren como un triunfo.

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