El tema del artículo primero de la cuestión veinticinco de la segunda parte de la segunda plantea el problema del objeto de la caridad ¿Termina en Dios sin extenderse al prójimo? Parece obvia la respuesta y sin embargo encierra una cuestión fundamental que nos arroja de un error al otro, es decir al error que es pasar de largo por la verdad por en realidad no es ella el objetivo sino las cosas de la finitud. Tanto es así que hoy la pregunta ha llegado a caer en si la caridad además de los otros también se extiende a Dios. Hemos llegado al encerramiento en el mundo donde Dios es algo agregado a la sociedad y las cosas. Y esto revela otro pensar: el de los modernos en sentido singular, aquel del conocido diagnóstico: Dios ha muerto.
Es admirable que se tenga que probar esto que expresa la carta de Juan, aquel apóstol a quien Jesús amaba: TENEMOS ESTE MANDAM
El tema del artículo primero de la cuestión veinticinco de la segunda parte de la segunda plantea el problema del objeto de la caridad ¿Termina en Dios sin extenderse al prójimo? Parece obvia la respuesta y sin embargo encierra una cuestión fundamental que nos arroja de un error al otro, es decir al error que es pasar de largo por la verdad por en realidad no es ella el objetivo sino las cosas de la finitud. Tanto es así que hoy la pregunta ha llegado a caer en si la caridad además de los otros también se extiende a Dios. Hemos llegado al encerramiento en el mundo donde Dios es algo agregado a la sociedad y las cosas. Y esto revela otro pensar: el de los modernos en sentido singular, aquel del conocido diagnóstico: Dios ha muerto.
Es admirable que se tenga que probar esto que expresa la carta de Juan, aquel apóstol a quien Jesús amaba: TENEMOS ESTE MANDAMIENTO DE DIOS: QUE QUIEN AMA A DIOS AME TAMBIÉN A SU HERMANO.
La explicación de la razón conceptual se apoya en lo ya dicho en la primera parte acerca del hábito y la razón formal del objeto (1-2 q.54 a 3)que da el fundamento siguiente: LA RAZÓN DE AMAR AL PRÓJIMO ES DIOS, PORQUE DEBEMOS AMAR AL PRÓJIMO POR EL HECHO DE ESTAR EN DIOS. Por esto el hábito de la caridad es unitario: por el mismo amor de caridad amamos a todos los prójimos en cuanto los referimos a un bien común que es Dios.
Amar por Dios implica ser por él que es su ser, del cual todos tenemos participación. Así debemos amarlo y todos los que por él son. Tal es su precepto.
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