Dejando un momento la SUMA TEOLÓGICA que expone la salvación cuyo camino es la santidad (nadie mire esto como presunción porque es un regalo de Dios que al hombre le cuesta aceptar) revelaré el lugar adonde me condujo el Señor que es la FRATERNIDAD DE LA PAZ en el valle de San Javier Provincia de Córdoba, Argentina, delante de las Sierras de los Comechingones muy amadas.
Aquí en entre lomas con el sacramento del matrimonio enarbolado como signo de la Iglesia fuimos consagrados como matrimonio de la paz y vivimos junto a las hermanitas de la paz, habitando, es decir adorando el santísimo y rezando las horas. Pero, como dice Martín Fierro, no hay tiento que no se corte en un momento las hermanitas se fueron y quedó solo el monasterio por el cual paseo en tardes y mañanas del paraíso: no crea quien esto ha leído que pienso encontrar la santidad en textos, por venerables que sean. Si abrimos la Suma es para mostrar que Dios no estuvo dormido nunca ni lo está ahora, inspirándonos a que andemos por el camino de la verdad. Y el necio dijo en su corazón: caminante no hay camino.
En ese monasterio abandonado de la paz he escrito muchos poemas, por lo general sonetos. Ahora pondré uno escrito hace poco:
TRANSUBSTANCIACIÓN
Envuelto por la luz el monasterio
navega por la tarde ensimismado,
los árboles susurran a su lado
y el tiempo pleno adviene y el salterio
resuena con arcano tono serio
que ubica en lo profundo y lo impetrado,
la paz, con clave al fin bien temperado,
se expande en un armónico sahumerio.
No hay nadie en sus espacios, hay vacío
mas lleno está de bienaventuranza.
El pan de vida embebe cual rocío
el aire y el follaje: a todo alcanza
la TRANSUBSTANCIACIÓN y el manso río
lo lleva al mar y más allá lo lanza.
Recordemos que Tomás de Aquino subraya una y otra vez que las virtudes teologales nos donan la bienaventuranza: la fe y la esperanza como futura y la caridad ya en el presente.
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