martes, 5 de febrero de 2013

Los pecados son omnipresentes y tienen de positivo el hecho d señalar a las virtudes porque cada pecado es la ausencia de una virtud determinada. Y si hay pecados execrables es porque hay virtudes laudables por su hermosura. La ética versaría sobre la hermosura más aún que la estética. Sabemos que hoy lo bello es aborrecido y tiene a Baudelaire como origen de esta actitud o decisión. El ir en contra de la tradición se explica por la debilidad de ésta para mostrar su verdadera naturaleza y contenido. Esto es lo que aquí pretendemos hacer.
¡Qué hermosura de las virtudes que proceden de la templanza que refrenan vicios deformantes y sobre todo producen paz y orden. Las virtudes valen por sí mismas y no por ser mandadas por la tradición ¿Quien resulta molesto por ser sobrio? Quien se embriaga frecuentemente es  molesto y malo para sí y otros. Esto es un hecho. Pero he aquí que la sobriedad es un mérito así como la castidad y quien va juntando estas virtudes es honesto y bueno ¿Lo puede negar Jean Paul Sartre? El por cierto pone la bondad en lo social. La sociedad pasa a ser Dios, lo determinante, por cierto en un proceso de liberación y desestructuración. En  tal proceso la castidad y sobriedad son barridas, sobre todo ante la vigencia del ELLO. MÁS Y MÁS AVANZA ELLA  entonces estamos en otra esfera. Todo este resultado que acaece borrando toda noción de pecado y por ende de virtud constituye una marcha incesante por la liberación mientras quienes tendrían que enseñar la ética y la paz promueven la solidaridad social: la de una sociedad que más y más toma el poder sobre los individuos.
Mas juzgo que no todos  te obedecerán, como le dice Aquiles a Agamenón. Los pecados molestan y destruyen la felicidad y son legión. El endemoniado legión nos ilustra acerca de los enemigos del alma.
Las virtudes son amables para quien las posee y para los otros. Esto lo ha sabido siempre el hombre sabio. Los muchos también las han rechazado.

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