Justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo, dice el Apóstol. El Espíritu derrama la caridad en nuestros corazones y la caridad ama la bondad inmutable de Dios el cual cuando lo amamos permanece en nosotros. El amor así nos causa gozo cuando poseemos el bien y tristeza cuando se aparta de nosotros o cuando tal cosa sucede al prójimo.
"Gozaos siempre en el Señor", dice el Apóstol. La caridad que nos hace amar a Dios no tolera mezcla de tristeza. En sí en el bien no hay tristeza pero al participarlo puede haber algún obstáculo que nos dé tristeza sea por nosotros sea por el prójimo que amamos como a nosotros mismos. Y tal obstáculo son los pecados que alejan de nostros el divino bien. Las miserias nos impiden la perfecta participación en él.
Sin embargo la oración del Verbo le pide al Padre que nos llene de gozo y él mismo lo decreta así: "QUE MI GOZO SEA EN VOSOTROS Y MI GOZO SEA CUMPLIDO". ¿Qué pudo hacer por nosotros que no haya hecho?
Tenemos hambre y sed de santidad, de lo que hace en nosotros el verbo encarnado. El gozo es su efecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario