jueves, 2 de mayo de 2013

ORA ET LABORA

Un excursus. Ora et labora. La huerta es el mejor y más probado ejercicio o ascética de nuestra alma. Quito las hierbas vulgares, la cizaña, remuevo y remuevo la tierra, riego, hago surcos y siembro. El aroma que así despide la tierra, el lenguaje callado, la belleza simple nos colma. La expectativa de la germinación y el cuidado que ha de tenerse para protegerla, el delicado riego, el carpido posterior, la quita de hierbas que buscan ahogar las plantas ya crecidas, todas estas labores son de fácil aplicación al alma que es la tierra de las virtudes. Ellas, infusas por la gracia, requieren para crecer una dolorosa labor en nuestra alma hecha con oración y penitencia. Los sacramentos son instrumentos que las potencian.
Mirar y contar las virtudes, una a una, planta a planta, especie a especie implica conocimiento de ellas. Esa vigilancia gozosa y la cosecha gradual que resulta vida en nuestra alimentación tiene como contraparte dejar la tierra librada a sí misma y el alma. Se llenará de no virtudes, es decir de pecados y quizás haciendo, obrando en el mundo me justifique. Es decir compraré todo listo en el mercado buscando dinero afuera mío, es decir leyendo todo tipo de ensayos políticos de reforma social, veré afuera los obstáculos y eludiré el dolor de diferenciarme de mí mismo, eludiré el trabajo sobre la tierra, el método para hacerlo, la continuidad, que es lo más difícil cayendo en la inercia.
CREERÉ QUE DIOS DEBE VENIR CUANDO YA VINO Y ME DIO TIERRA E INSTRUMENTOS Y SENTIDO DE LA BELLEZA.
San Benito ya hizo Europa de las ruinas romanas con método de oración y labores sobre la tierra. A mi me parece oír la campana de las horas.
Esto es muy elemental y por eso se lo decía a mis nietos mientras reponíamos un cantero de albahacas. 

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