La justicia de Dios expresada por los libros hebreos que se arrogan la primicia de la revelación comenzando desde un primer principio donde Dios diseña al hombre como mujer y varón según su imagen y su semejanza escritos más de medio milenio antes de la era cristiana es confirmada por la gracia en la plenitud de los tiempos donde la mujer ha tenido el protagonismo máximo: madre de Dios.
Pues bien, hoy en un libro español sobre la mujer lleno de pinturas renacentistas famosas y perfectas, leía ojeando que lo de la virgen es un mito entre los mitos griegos que psicológicamente influyen hasta hoy. Éste fue interesante en un principio y ahora negativo pues reprime el sexo, sagrado para la posmodernidad.
Aparte de tal juicio foucaultiano asombra la desmesura de su juicio prescindente de la inmediatez histórica y del concepto. ¿Dos mil años de un mito ha atravesado Europa en piedra, pintura y música y en homenajes de multitudes que acuden a Fátima y a Lourdes hasta hoy?
Habría que decir ¡qué mito! Uno solo que se apodera de nuestro tiempo sin mengua y silenciosamente dice lo que el hombre es a los ojos de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios único.
Ella sola y Dios, solo.
Mucho para la autora española posmoderna que debe hacer caber lo que la sociología, antropología y sociología cultural ha escrito en cien años.
Ella sin embargo en la serenidad de su altísimo silencio está tan presente como madre de la humanidad que no se requiere que alguien acepte la circulación de la sangre para que ella vivifique los tejidos.
¿Pero que significa mito para los antropólogos? Yo le doy el valor de la primera acepción del diccionario griego de Pabón: PALABRA (EL ÚLTIMO ES LEYENDA O FÁBULA). MYTHOS es realidad (lo demostraré linguísiticamente más tarde). Palabra hoy en la esfera del lenguaje sustituye al sustancialismo de la realidad. Aquí ha sido narrado con la palabra que tal personaje, María meditaba en su mente, aquello que ha originado nuestro mundo histórico y que hoy lo sigue determinando, pese a las sucesivas desvalorizaciones desde la verdad sediciosa luterana.
MYTHOS KAI EPOS que son para ver escuchando.
Reconocemos que hay que tener valor, pero no sensatez, para enfrentar toda realidad con un psicologismo posmoderno. Es como enfrentar con cinco mil a los que avanzan con diez mil.
Pues bien, hoy en un libro español sobre la mujer lleno de pinturas renacentistas famosas y perfectas, leía ojeando que lo de la virgen es un mito entre los mitos griegos que psicológicamente influyen hasta hoy. Éste fue interesante en un principio y ahora negativo pues reprime el sexo, sagrado para la posmodernidad.
Aparte de tal juicio foucaultiano asombra la desmesura de su juicio prescindente de la inmediatez histórica y del concepto. ¿Dos mil años de un mito ha atravesado Europa en piedra, pintura y música y en homenajes de multitudes que acuden a Fátima y a Lourdes hasta hoy?
Habría que decir ¡qué mito! Uno solo que se apodera de nuestro tiempo sin mengua y silenciosamente dice lo que el hombre es a los ojos de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios único.
Ella sola y Dios, solo.
Mucho para la autora española posmoderna que debe hacer caber lo que la sociología, antropología y sociología cultural ha escrito en cien años.
Ella sin embargo en la serenidad de su altísimo silencio está tan presente como madre de la humanidad que no se requiere que alguien acepte la circulación de la sangre para que ella vivifique los tejidos.
¿Pero que significa mito para los antropólogos? Yo le doy el valor de la primera acepción del diccionario griego de Pabón: PALABRA (EL ÚLTIMO ES LEYENDA O FÁBULA). MYTHOS es realidad (lo demostraré linguísiticamente más tarde). Palabra hoy en la esfera del lenguaje sustituye al sustancialismo de la realidad. Aquí ha sido narrado con la palabra que tal personaje, María meditaba en su mente, aquello que ha originado nuestro mundo histórico y que hoy lo sigue determinando, pese a las sucesivas desvalorizaciones desde la verdad sediciosa luterana.
MYTHOS KAI EPOS que son para ver escuchando.
Reconocemos que hay que tener valor, pero no sensatez, para enfrentar toda realidad con un psicologismo posmoderno. Es como enfrentar con cinco mil a los que avanzan con diez mil.
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