jueves, 31 de marzo de 2011

ACLARACIÓN FUNDAMENTAL

Siempre habíamos leído y vagamente conocido que cuando en la Filosofía se hablaba de Dios nos referíamos a lo mismo, en todas las épocas. La palabra dios representó algo más allá del hombre. En la filosofía de la primera época ya precisada por la razón logotectónica (Boeder, Zubiría, Brainard la exponen permanentemente en libros y cursos)el principio concebido por ella es "divino", es un adjetivo: cuando se dice "dios" se menciona el principio divino que lo es por ser inmóvil frente a todo lo móvil y se lo justifica rigurosamente, como se puede observar en el tránsito de la diálectica platónica (en diálogos como POLITEIA, Theeteto, Parménides, Sofista) y en la ciencia aristotélica en la así llamada Metafísica, cuyos libros comenta prolijamente el mismo Santo Tomás. Es inmóvil y por eso es asunto de la teología (Met.1026a18)y la filosofía sera primera y de lo universal (KATHOLOS)y será teorética acerca del ente en cuanto ente, que resulta concebido por la INTELIGENCIA EN ACTO, que es principio y causa y fin último. Así quedará transparentado por la ciencia aristotélica a qué se refiere la importante palabra "dios": la vida sustancial de la inteligencia justificadora como lo óptimo del cosmos entero.Santo tomás estudió cuidadosamente esto pero no pudo poseer el secreto de la filosofía griega: el saber de las Musas, que exponen la medida del derecho (themis) en la indicación de lo que le corresponde a cada cosa (dike moiras)¡No era su tiempo para esto!
La justicia es la medida y el bien es la medida de las medidas, lo bello y lo bueno, la idea de las ideas. Algo que nadie podía ver entonces solo.
Tomás tiene ante sí otra revelación que ni ojo vio ni oído oyó de lo que ha preparado para los que lo aman. Es muy otra, cosa ya que revela a un QUIEN HABLA COMO DIOS QUE VIENE A SALVAR. Ahora se cita a un profeta que apela a otra justicia, que está narrada en un cuento originario en el cual el hombre ha sido hecho a imagen y semejanza por DIOS, TRINIDAD DE ¡PERSONAS! Esta justicia en la cual ha sido hecho el hombre (VARÓN Y MUJER EN UNIDAD)es el modo de ser de Dios: la santidad. Dios es ESPIRITU Y AMOR: EL ESPIRITU SANTO LO REALIZA ETERNAMENTE.
Esta luz es muy otra luz, como dice Agustín (que ni sospecharon Aristótles ni Platón como dice Isaías) en el libro séptimo de las Confesiones y por eso la ciencia sagrada verá a esta luz y será su meta la salvación, es decir la santificación sin la cual no se alcanza a Dios como fin último de toda criatura. Esto no es alcanzar la medida y ser justo, es alcanzar la santidad de la cáritas y ser hijo de Dios. Tampoco es ser libre conforme a la naturaleza y ser ciudadano autónomo en el espíritu como meta de la filosofía del espíritu que se despliega en la tercera época o modernidad en sentido amplio.
Aquí pues nos proponemos exponer (separadamente del confuso continuum de una historia indefinida) la CIENCIA SAGRADA para recibir lo consumado por los mil años de filosofía de San Agustín a Santo Tomás. Los que tienen hambre y sed de santidad recibirán con gozo lo realizado con perfección en "la Historia". Jesucristo no duerme en la popa de la nave, ni ha estado dormido, ni nos dejará solos en lo que vendrá.
¡HOMBRES DE POCA FE POR QUÉ DUDÁIS!

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