Más y más la caridad existe en mí cuando penetra en mí, en mi interior. Describo el hecho viéndome como peregrino que camino hacia Dios, fin último de nuestra bienaventuranza. Y en esta vía tanto más avanzamos cuanto nos acercamos a Dios, lo cual se hace por los afectos de la mente. Y esto lo hace la caridad por la cual LA MENTE SE UNE A DIOS. Si no aumentara la caridad no habría proceso de caminar y no habría pues camino. Pero así lo llama el Apóstol en 1 Cor 13: EL CAMINO EXCELENTE. El acto de la caridad siempre puede ser más intenso y como no es una cosa, solo aumenta por intensificarse en el sujeto: está en la dimensión del ser y no puede ser medida por el número. Se aumenta la caridad solamente por una más perfecta similitud del Espíritu Santo en el alma.
Así somos en esencia peregrinos de Dios que es amor, es decir AGAPE. Más íntimo es mi amor, más hijo soy, más ansío serlo, más crezco en caridad y no se le puede poner término pues es una participación en el Espíritu Santo, que es el amor infinito del Padre hacia el Hijo y del Hijo hacia el Padre.
Muera para que no muera y te vea dice Agustín, maestro de Teresa y ambos de Pablo: ES MUCHO MEJOR MORIR Y ESTAR CON CRISTO (Fl 1,23). La caridad perfecta expresa pues la muerte vital a esta vida mortal, es morir a toda cosa y amar a las Personas Divinas, las cuales dan la gloria de su gracia para amarlas. Y al amar a las Personas amaré a las personas en la Persona del Hijo por el Espíritu Santo que derrama la caridad en nuestros corazones, es decir intimamente.
Somos peregrinos de Cristo y no tenemos aquí ciudad sino que buscamos la futura, dice Pablo. Y esa es la condición de la vida mortal tocada asumida, por la eternidad pascual.
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