domingo, 8 de mayo de 2011

TEMOR DE DIOS: LA OTRA CARA DE LA ESPERANZA

Si la esperanza en el apetito sensitivo es el del bien y el temor huye del mal, la esperanza como acto de la virtud, que alcanza lo arduo supra intellectum ( Dios), tiene como contraparte el temor de Dios que evita el perder el bien de Dios. De Él nos puede sobrevenir el mal de la pena, mal relativo, pero el bien que es absoluto que pertenece al fin último es privado por la culpa si nos separamos de Dios. Dios es misericordioso y justo: con una nos adopta como hijos, por la otra nos castiga como opuestos a la gracia del Espíritu. Así con la justicia tememos a Dios y con la misericordia esperamos estar con Él como hijos.
El temor humano lo es de la pena que aparta de Dios la cual a veces la infligen los enemigos que amenazan con ella para que nos apartemos de Él. El temor servil e inicial se refieren a la pena con la cual Dios nos castiga y de la cual queremos evadirnos por temor.
El temor filial es el de la culpa por la cual teme el hijo ofender al Padre que lo ha hecho hijo por el amor de caridad.Así el temor filial encierra la caridad en su concepto y el servil no y el inicial es el medio entre ambos.
El amor mundano o del hombre es malo porque se adhiere al mundo y a las riquezas como fin último y el temor mundano nace de este amor cuya finalidad, siempre mala, tememos perder. Es peor, dice Tomás como Sócrates, cometer cualquier pecado que sufrir cualquier pena. En cambio el temor servil es bueno según sus sustancia y malo por el servilismo, que se opone a la libertad y es movido exteriormente. Por amor uno obra por sí mismo y es lo opuesto de la servilidad, que sin embargo no es esencial al temor servil que por temor de la pena se aparta del mal aunque no ame la justicia por sí. El servilismo odia la justicia. En cambio el temor filial por amor se aparta de la culpa que le sobrevendría si pecara y así con esto se alejarí a del término de su amor. El servil se refiere a Dios como principio inflictivo de penas pero en sustancia puede coexistir con la caridad, lo mismo que el amor propio.
El temor es principio de la sabiduría como dice el salmo 110, 10 y ella es conocimiento de lo divino por participación en su naturaleza, por la gracia Y ES ASÍ DIRECTIVA DE LA VIDA HUMANA. Y esto se conoce por la fe pero tambien es la sabiduría el principio del temor en su efecto operativo por el cual se somete a Dios a quien reverencia. EL TEMOR DE DIOS ES PRINCIPIO DE SU AMOR Y LA FE EL DE LA ADHESIÓN A ÉL, según el libro del ECLESIASTICO.
El temor filial es uno de los siete dones del ESPÍRITU SANTO, por los cuales el alma se vuelve dócil a sus mociones. Y por eso el temor nos hace primero sujetos a Dios y después alcanzamos los siguientes dones que concluyen en el de sabiduría misma, al cual le pertenece la caridad. El escalón más bajo del temor de Dios es la misma admiración de Dios, que es incompresible o más allá de la razón que ya posee en la patria la potestad de no perderlo en la tranquilidad de la caridad. El temor implica cierta imperfección esencial a la creatura. Pertenece a la humildad de la pobreza de espíritu, a la de los que son mendigos o necesitados en cuanto al Espíritu del primer escalón de las bienaventuranzas.
Aquí podemos mencional el SERMÓN DEL MONTE de Agustín donde a cada bienaventuranza le corresponde un don y una virtud. Se recomienda su lectura para ver la hermosa complejidad del tema de la santidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario