viernes, 18 de abril de 2014

BEATITUD Y CONVENIENCIA

La divinidad de Cristo permitió a la carne obrar y padecer lo que le atañe luego siendo propio al alma de Cristo en cuanto bienaventurada el gozar no debía ser impedido ese gozo por la pasión. La parte superior del alma gozaba perfectamente mientras padecía.
Nada impide que dos cosas contrarias bajo distinta razón se hallen en el mismo sujeto. Así el gozo de la fruición puede hallarse en la parte superior del alma como su acto propio y el dolor de la pasión por su sujeto.
El alma es forma del cuerpo así recibe dolor del cuerpo y el gozo de la fruición se recibe de parte de la potencia de la cual es sujeto.
La voluntad de Cristo por lo tanto se regía por la sabiduría divina en cada momento, la cual "todo lo dispone con suavidad y convenientemente". Así fue conveniente su pasión cuando se realizó. Murió en la flor de la juventud y resucitó así porque era lo mejor. Y también en Jerusalén tenía que morir un profeta y más el cordero del sacrificio.

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