¿Si Dios nos amó cómo nos reconciliamos con Él?
HEMOS SIDO RECONCILIADOS CON DIOS POR LA MUERTE DE SU HIJO, Rom.5,10
Sí, porque quita el pecado que es iniquidad.
Todas las ofensas son aplacadas por el sacrificio. Cristo ofrece su voluntad de padecer y en cuanto hombre esto aplacó las ofensas completamente aunque el mismo libro del Eclesiástico dijera: SIENTE ODIO DIOS POR LOS PECADORES. Y suprimida la causa del odio se acepta un bien en compensación que es altísimo. La caridad de Cristo borra todo.
Pero hay que subrayar la racionalidad del odio en este caso proviniendo de quien es amor: odia los pecados que son contra la razón expresada en la ley y odia a quien odia la fe, la esperanza y sobre todo la caridad (no creyeron en mí, me odian a mí y al Padre, dijo Jesús).
Hay perdón y reconciliación en el caso del no saber lo que se hace y donde hay arrepentimiento. Hay odio de quien ama por caridad, odio contra el odio a Dios. Siempre dispuesto Dios en Cristo a perdonar cuando hay tal caridad de parte de Cristo.
Y todos podrán entrar en el cielo por Él. Nadie contaminado por el pecado pasará dice Isaías, profeta acreditado por posmodernos, inclusive.
Pues bien, hay un pecado general del linaje y pecados especiales. Y Él pagó por todos con su pasión y nos abrió la puerta del cielo. La fe en la pasión la abre. LOS SANTOS POR LA FE VENCIERON LOS REINOS. OBRARON JUSTICIA, se dice en Hebreos. Pero ni la fe ni la justicia de alguno podrían darle acceso a todos. Remover el reato de toda la naturaleza humana sólo lo podía hacer la sangre de Cristo. Sin la pasión nadie pudo ni podría alcanzar la fruición de Dios. Ni los más grandes santos del A.T. En cambio un bautizado ya tiene por ello franqueado el paso porque recibe su eficacia de la pasión. Con la Pasión removió el obstáculo y con la Ascensión abrió el cielo.
Según el himno de Filipenses Dios lo exaltó por el abajamiento de su muerte en cruz. Así se castiga la voluntad mala como se premia la buena. En la ley del evangelio: QUIEN SE HUMILLA SERÁ EXALTADO.
Cristo se humilló en su Pasión soportando lo que no le era debido, siendo depositado en un sepulcro y descendiendo a donde no era propio, después de los oprobios y condenado por los hombres. Y así mereció su gloriosa resurrección y su ascensión. Si ascendió primero descendió. Y se sentó a la diestra de Dios según el mismo Isaías dice del siervo desfigurado.
Tal humillación le mereció su exaltación: PARA QUE AL NOMBRE DE JESÚS SE DOBLE TODA RODILLA.
Y es justo. El mérito está en su caridad que está en la voluntad santa pero sufrió en su cuerpo instrumentamente. Y así su cuerpo mereció la recompensa de la gloria que el alma tenía por su unión con el Verbo. Pero era conveniente que el cuerpo sufriera antes de recibir la gloria.
Todo muy lógico además de admirable.
HEMOS SIDO RECONCILIADOS CON DIOS POR LA MUERTE DE SU HIJO, Rom.5,10
Sí, porque quita el pecado que es iniquidad.
Todas las ofensas son aplacadas por el sacrificio. Cristo ofrece su voluntad de padecer y en cuanto hombre esto aplacó las ofensas completamente aunque el mismo libro del Eclesiástico dijera: SIENTE ODIO DIOS POR LOS PECADORES. Y suprimida la causa del odio se acepta un bien en compensación que es altísimo. La caridad de Cristo borra todo.
Pero hay que subrayar la racionalidad del odio en este caso proviniendo de quien es amor: odia los pecados que son contra la razón expresada en la ley y odia a quien odia la fe, la esperanza y sobre todo la caridad (no creyeron en mí, me odian a mí y al Padre, dijo Jesús).
Hay perdón y reconciliación en el caso del no saber lo que se hace y donde hay arrepentimiento. Hay odio de quien ama por caridad, odio contra el odio a Dios. Siempre dispuesto Dios en Cristo a perdonar cuando hay tal caridad de parte de Cristo.
Y todos podrán entrar en el cielo por Él. Nadie contaminado por el pecado pasará dice Isaías, profeta acreditado por posmodernos, inclusive.
Pues bien, hay un pecado general del linaje y pecados especiales. Y Él pagó por todos con su pasión y nos abrió la puerta del cielo. La fe en la pasión la abre. LOS SANTOS POR LA FE VENCIERON LOS REINOS. OBRARON JUSTICIA, se dice en Hebreos. Pero ni la fe ni la justicia de alguno podrían darle acceso a todos. Remover el reato de toda la naturaleza humana sólo lo podía hacer la sangre de Cristo. Sin la pasión nadie pudo ni podría alcanzar la fruición de Dios. Ni los más grandes santos del A.T. En cambio un bautizado ya tiene por ello franqueado el paso porque recibe su eficacia de la pasión. Con la Pasión removió el obstáculo y con la Ascensión abrió el cielo.
Según el himno de Filipenses Dios lo exaltó por el abajamiento de su muerte en cruz. Así se castiga la voluntad mala como se premia la buena. En la ley del evangelio: QUIEN SE HUMILLA SERÁ EXALTADO.
Cristo se humilló en su Pasión soportando lo que no le era debido, siendo depositado en un sepulcro y descendiendo a donde no era propio, después de los oprobios y condenado por los hombres. Y así mereció su gloriosa resurrección y su ascensión. Si ascendió primero descendió. Y se sentó a la diestra de Dios según el mismo Isaías dice del siervo desfigurado.
Tal humillación le mereció su exaltación: PARA QUE AL NOMBRE DE JESÚS SE DOBLE TODA RODILLA.
Y es justo. El mérito está en su caridad que está en la voluntad santa pero sufrió en su cuerpo instrumentamente. Y así su cuerpo mereció la recompensa de la gloria que el alma tenía por su unión con el Verbo. Pero era conveniente que el cuerpo sufriera antes de recibir la gloria.
Todo muy lógico además de admirable.
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