domingo, 20 de abril de 2014

ESCUCHANDO LA PASIÓN

Cristo padeció con dos ladrones uno a su izquierda y otro a su  derecha significando el juicio. El de la derecha le rogaba y el de la izquierda lo insultaba. Uno se iba con Él al paraíso. Lógico.
Además fue milagroso convertir a un ladrón en tal instancia. Y se mostraba el resultado de la gracia dada en la cruz. Y se cumplía la Escritura por sería contado entre los malhechores.
El hombre Dios padecía. Pero no Dios sino el hombre padecía  por la unión hipostática era una persona que padecía en su carne. El Señor de la gloria fue crucificado, dijo Pablo, y así mató la muerte. Mas las injurias las hicieron al mismo Dios.
Los perseguidores quisieron matarlo y lo hicieron pero con el asentimiento de Cristo. De este modo, sí, fue él causa de su propia muerte pues podía impedirlo reprimiendo a sus adversarios y además su carne permitió al dolor por su vulnerabilidad, relativa a su voluntad de padecer. Porque NADIE ES CAPAZ DE ARREBATARME LA VIDA. Y murió más rápido para que no se le quebraran las piernas según decían las Escrituras y era conveniente que así fuera.
Cristo murió por obediencia: SE HIZO OBEDIENTE HASTA LA MUERTE. Y fue convenientísimo que sucediera lo contrario de desobediente Adán padre de los pecadores, porque de la obediencia nacieron muchas justos así como injustos de su negligencia. Y fue conveniente para la reconciliación  de los hombres con Dios con quien nos reconcilió la muerte de su Hijo y fue su sacrificio hostia agradable a Dios. Y Dios prefiere la obediencia a los sacrificios como se dice en el libro de los Reyes. Y en Cristo fue una victoria sobre la muerte cuando dio el COSUMMATUM,  cumpliendo todos los preceptos de la ley y expresándolo así: PARA QUE EL MUNDO CONOZCA QUE AMO AL PADRE Y QUE SEGÚN EL MANDATO QUE ME DIO ASÍ HAGO…
Y se fue hacia la cruz donde cumplió todos los preceptos ceremoniales: el fin de la ley es Cristo, dijo el fariseo Pablo. Él pagó por nosotros con voluntad de cumplir lo mandado permitiendo que lo clavaran en la cruz. Esto repugna a la voluntad natural. Cristo cumple por el contrario la voluntad del Padre según aquel salmo: QUISE DIOS MÍO HACER TU VOLUNTAD. Y lo sublime: SI NO PUEDE PASAR ESTE CALIZ SIN QUE LO BEBA HÁGASE TU VOLUNTAD Y NO LA MÍA. Y por caridad fue obediente al mandato del Padre.
Y Dios no perdonó ni a su propio hijo sino que lo entregó por nosotros. Ya lo dice el profeta mayor, Isaías: PUSO EL SEÑOR EN ÉL LAS INIQUIDADES DE TODOS NOSOTROS y aún: QUISO TRITURARLO BAJO EL PESO DE SU FLAQUEZA. Así el Padre había ordenado la Pasión. No es cosa de los cristianos
Y el Hijo como dice el mismo Isaías: SE OFRECIÓ PORQUE QUISO. Y Él quedó expuesto de tal modo que clamó desde la cruz: DIOS MÍO DIOS MÍO POR QUÉ ME HAS ABANDONADO.
Esto no es juego, tiene la seriedad terrible del hecho.
Y el Padre no lo obligó sino que fue su voluntad obediente ante la severidad de Dios. El Hijo brindó satisfacción y el castigo fue mediado por un autocastigo ya que sólo así nos perdonó, asumiendo el Hijo el castigo. Pero proponiéndolo como propiciación por su sangre. Y el Padre le dio la voluntad de entregarse y Él como hombre se entregó a sí mismo por caridad así como otros lo hicieron por envidia, otros por codicia, otro por cobardía.
Pero el padeció por gentiles y judíos que habían tomado parte en su crucifixión y por los cuales pidió inmediatamente el perdón. Y unos no podían crucificarle ya que querían para él una pena resonante, la de enemigo público, más que transgresor de la ley y para ello necesitaban a la autoridad romana. El otro no queriendo crucificarlo y proponiendo penas menores lo hizo. Ambos representando al mundo entero lo crucificaron y por cierto que representan a los pecadores en sentido grave que hay en este mundo.
Los príncipes de los sacerdotes habían visto señales pero no conocieron su divinidad y por envidia e ignorancia lo despreciaron sin excusarse del crimen porque era una ignorancia afectada la suya. Rehusaron dar fe  a las palabras donde se declaraba hijo de Dios. Jesús había dicho: SI NO HUBIERA VENIDO Y NO LES HUBIERA HABLADO NO TENDRÍAN PECADO.
Pero ellos y estos intelectuales de hoy están en las palabras de Job: RETÍRATE DE NOSOTROS, NO QUEREMOS LA CIENCIA DE TUS CAMINOS.
La masa tampoco creyó aunque vieron sus milagros que lo acreditaban como Hijo de Dios (sólo algunos como Marta y con vacilación frente a la devoción de María) pero bien es verdad que fueron decepcionados por sus jefes para que no creyeran que era el Mesías.
Los más siguen la opinión general. Hay muchos que no sabían lo que hacían y por ellos oró Jesús pero otros sabían de quien querían librarse por odio y envidia.
Jesús sabía quienes eran unos y otros: SI NO HUBIERA REALIZADO OBRAS QUE NINGÚN OTRO HIZO NO TENDRÍAN PECADO…PERO AHORA LAS HAN VISTO Y ME ABORRECIERON A MÍ Y A MI PADRE. Vieron sus obras maravillosas y no lo conocieron Y no lo reconocieron por su ignorancia afectada que los inclinaba al pecado para lo cual necesitaban oscuridad. Así crucificaron no sólo al hombre sino a Dios, dice Tomás en 3q47a5 Y Nietzsche escribió: DIOS HA MUERTO: ELLOS LO HAN MATADO. ¿Quiénes? Los hombres que son un cable entre el mono y el super hombre. Los que se miden por las cosas mundanas y buscan la gloria que ellos mismos se brindan. Un gran negocio de éxitos y galardones que ciegan con su artificio.
Y crucificando a Dios “llenaron la medida de sus padres”. Su pecado fue gravísimo, tanto por el género del pecado como por su malicia. ¿La malicia de la grima heideggeriana?
En cuanto al pecado de la masa fue grave en género pero disminuido por la ignorancia que no era la IGNORANCIA AFECTADA DE LOS INTELECTUALES. Los gentiles en ese entonces se excusaban más porque no sabían de qué se trataba todo ello. Sin embargo el centurión miró su muerte y dijo: VERDADERAMENTE ESTE HOMBRE ERA HIJO DE DIOS. Bastaba mirarlo clavado en la cruz y escarnecido. Basta hoy también.
El pecado de Pilato fue menor que el de los príncipes judíos que por odio y envidia lo entregaron a quien sólo le temió al Cesar.
Por más que Cristo se haya entregado voluntariamente eso no excusa el pecado de quienes lo entregan a Pilato y a éste por condenarlo viendo que no tenía causa y desobedeciendo a su esposa. Poner las manos sobre el ungido del Señor es causa de muerte para David como se lee en IIReyes 1,6.
Y la pusieron y ahora lo siguen muchos ignorando, e ignorando el efecto sacramental de su oblación. Y así creen vivir unos felices otros cumpliendo el deber de intelectuales posmodernos que es liberar ¡Justamente dejando de lado al redentor!
Cada cual tendrá su motivo pero aquel centurión que guardaba la cruz expresó: ESTE HOMBRE ERA DIOS.
El mérito de la pasión. Cristo nos mereció la salud eterna desde el principio de su concepción pero existían de nuestra parte ciertos impedimentos que dificultaban  la consecución de los efectos de los precedentes méritos y para removerlos fue conveniente que Cristo padeciese.
Dice San Agustín: Humilitas passionis claritatis est meritum, claritas humilitatis est praemium.
Y Él mereció la salvación para los fieles, poseyendo la gracia como cabeza de la Iglesia para que redundase sobre sus miembros. Él en la Pasión recibe la bienaventuranza del perseguido por la justicia para sí y para todos sus miembros.
La Pasión de Cristo causó  nuestra salvación por modo de satisfacción.
La dignidad de la carne de Cristo no se ha de estimar sólo por la naturaleza de la carne sino por la dignidad de la persona que la asumió en virtud de la cual era carne de Dios y alcanzaba una dignidad infinita. Así  la grandeza del dolor asumido fue motivo de satisfacción sobreabundante por los pecados del género humano. Entregó en satisfacción la vida del hombre Dios padeciendo con máxima caridad. Y fue por obra de sacrificio.
San Agustín: es verdadero sacrificio toda obra realizada para unirnos con Dios en santa sociedad en orden a obtener aquel fin con cuya posesión somos bienaventurados. Cristo lo ofreció y fue en sumo grado acepto a Dios como proveniente de la mayor caridad. Es el sacrificio perfecto: a quien se ofrece, quien lo ofrece, qué se ofrece y por quienes. El verdadero y único mediador que había asumido en sí a todos en su cuerpo que ha sido sacramento. Era apta para ser inmolada sin pecado y ofrecida por Él mismo de sí mismo como sacerdote con óptima caridad.
Juzguen quienes pasen por esta reseña demañada de la Suma Teológica cuando se escucha decir a más de un premio nobel: De Dios no puede saberse si existe o no.
Una cosa se puede tener en claro que cuanto más cerca del Nobel se está más crece aquella IGNORANCIA AFECTADA que Tomás le endilga a los príncipes judíos.
La ley del evangelio: LOS PRIMEROS SERÁN LOS ÚLTIMOS Y LOS ÚLTIMOS SERÁN PRIMEROS.
Este Dios que se revela con milimétrica precisión y detalles cotidianos se presenta a la inteligencia desde el YO SOY QUIEN SOY o EL QUE ES hasta el lanzazo de la cruz de donde salen los siete sacramentos. Decir “bueno, no sé…” ha crecido en afectación tras dos mil años de sacrificio  eucarístico desde que sale el sol hasta el ocaso ¿A qué creen que se juega mientras se renueva el sacrificio de la cruz? ¿Es un atavismo tradicional? DEUS NON IRRIDETUR.
San Pedro sobre cuyas cenizas se edifica la basílica del mismo nombre, objeto hoy de toda pública atención, dijo: NO FUISTEIS RESCATADOS DE LA VANA CONVERSACIÓN HEREDADA DE VUESTROS PADRES (PATERNAE TRADITIONIS) SED PRETIOSO SANGUINE, SINO POR LA SANGRE PRECIOSA DE CRISTO, CORDERO INMACULADO”.
De dos maneras estaba el hombre atado al pecado. Primero por servidumbre ante quien lo dominó induciéndole a pecar. Segundo por el reato. De ambas servidumbres nos rescató Cristo. Él pagó el precio para que fuéramos suyos en particular como lo somos en general. Ocurre aquello que dice Pablo: SI ALGUNO NO TIENE EL ESPÍRITU DE CRISTO ÉSTE TAL NO ES SUYO” El pecado nos quitó el Espíritu que se infunde por la gracia de los sacramentos de la cruz.
¿Por qué el hombre debía ser arrebatado al diablo por la redención? “Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”, dice Jesús antes de la Pasión. 3q48a4ad2.
¿Qué parece anticuado hoy a los liberadores? ¡Vaya: nada más antiguo que la verdad! ¿No serán liberadores siervos? Aquí cuando el redentor habla los liberadores deberían callar ante Él.

 ¡Es el Verbo! Ahora, si no quieren escuchar, sea, pero chitón cuando el VERBO habla: YO SOY, QUIEN CONTIGO HABLA.

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