La sacra doctrina emplea argumentos para demostrar lo que está en sus principios y no para probarlos y argumenta contra los que niegan alguno de ellos o bien resuelve las objeciones de quienes no creen en ninguno. PUES LA FE SE BASA EN LA VERDAD REVELADA y se cree en la autoridad de quien revela y la de aquellos a quienes se les dio esta revelación. Aquí pues vale el argumento de autoridad y se muestra conveniente la obediencia a la fe, el intelecto en obsequio de Cristo (2.Cor.10,5)aunque en ocasiones él mismo sirva de autoridad, sólo probable, porque se argumenta por necesidad desde los libros canónicos.
Los doctores también por eso argumentan si bien con propiedad tambien con probabilidad. En cambio apóstoles y profetas que escribieron libros canónicos son el fundamento de la fe: así lo dice Agustín agregando que no puede garantizar la verdad de lo escrito por santos y doctores.Y sin embargo ellos (Agustín y Tomás) son santos doctores que han de escribir la obra fundamental del cristianismo acerca de lo revelado (cosa que hoy para nadie vale, sea o no cristiano: hay pluralismo).
¿Entonces la ciencia sagrada pierde valor con esta cita de San Agustín por parte de quien la lleva adelante él mismo? Se vuelve aquí evidente que quien lo hace, Tomás de Aquino, no se ve a sí mismo como alguien particular que está escribiendo sus teorías teológicas frente o junto a otros doctores sino quien lleva a cabo una obra fundamental: la ciencia sagrada que está impresa en el espiritu por la fe y cuya racionalidad él sistematiza, él quien se ha ejercitado en toda la obra de Aristóteles.
El magisterio de la Iglesia, es cierto, explícitamente lo ha privilegiado entre los otros doctores pero lo que él lleva a cabo en esta obra es la configuración científica o conceptual de la sabiduría originaria, histórica, de la época media cuyo inicio vemos claramente en Plotino, que postuló el principio más allá del ente y la razón.
La razón LOGOTECTÓNICA que lo ha destacado lo incluye a Tomás de Aquino en la arquitectónica de las totalidades del pensar como clave de bóveda. Está en la nave central de la Historia entre Aristóteles y Hegel y sabemos que los modernos poshegelianos son una suerte de contra historia, una autopostulación contra Hegel en Marx, contra Agustín en Nietzsche, contra Parménides en Heidegger. En cuanto a los posmodernos ya son otros que los modernos con sentido singular: así Merleau es el reverso de Marx, Fuocault de Nietzsche y Derrida de Heidegger.
Así no debe extrañarnos que la ciencia sagrada no fuera vista como una "Suma" más entre otras por Tomás ni mucho menos por la LOGOTECTÓNICA, donde el todo arquitectónico lo tiene como clave de bóveda.
¿Y qué si en esta providencia del orden logotectónico del pensamiento está en el centro, en el medio de la HISTORIA, desde donde se despliegan los pensamientos diversos por ser solidarios con sus tareas epocales? ¿Sería mejor que todo fuera un desorden y nada valiera sino por un intante?
Nosotros veremos la PROVIDENCIA como realización del poder de Dios que conduce todo rectamente hacia su fin.
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