sábado, 23 de abril de 2011

LA MODESTIA DE LA QUINTA VÍA

Después de tanta soberbia académica y contra académica reluce el método tomásico como la vía de un santo pero filósofo. No tiene la más mínima ansiedad por demostrarles a los otros que Dios existe por la novedad de sus pruebas y hasta nos defrauda por la pobreza de elementos que incluye. La quinta vía es un ejemplo de ello. Pensamos: ¡lo que podría decir! Pero él que le respondió a la alambicada demostración de San Anselmo con unas pocas líneas como si en verdad de nada dudara,poseedor de una seguridad "angélica" ahora con un ascetismo intelectual extremo concluye las vías con la del gobierno del mundo.
Tan simple es que no nos sorprende al concluir pasar a la simplicidad de Dios. Como es usual en las vías partimos de lo que experimentamos nosotros. Comprobamos que los seres naturales que no poseen el concimiento obran de acuerdo a un fin y que no van al azar sin con una dirección racional. La razón de alguien tiene que dirigirlos como la flecha es dirigida por el arquero. Y este ser inteligente que dirige al fin es aquel a quien consideramos Dios.
Ya en las pruebas anteriores se ha fundamentado paso a paso su condición clara de principio y sólo para argumentar la existencia de lo que todos llaman Dios aunque no creal en su autorrevelación.
La ejemplificación de hoy es la del código genético y la del ADN. El código requiere un codificador y no frenarse en el código de la vida y allí esconder la cabeza como el avestruz y por supuesto evitar el hecho de que la razón es telética. Si la vida no tiene un fin o TELOS la vida de quienes obran hoy la tienen y en todo se ajustan a metas y a un fin.
En el fútbol nadie querría jugar sin arco y goal y sin ganar campeonatos y sin tener la copa del mundo su posesor ¡En este caso sería mejor sin embargo jugar amistosos y por amor al juego y no al resultado!
Acostumbrados a tantos años de criticismo hemos desembocado en un presente sin límites, sin la medida del fin. Bien por lo menos se escucha aquello del Principito: adelante siempre adelante no se va a ningún lado. El fin es pues hallar el don del habitar al cual nos invita ni más ni menos el hombre Dios en la última cena. El fin de la "vida eterna" es hoy y desemboca en el hoy de la eternidad bienaventurada. Así lo muestra la velada y el discurso de Jesús en torno a la mesa pascual. Veamos en el capítulo 14 del discípulo de la morada y de la permanencia y admirémosnos cómo la oración sacerdotal (Jn.17)concluye con la contra trascendencia de aquel...y YO EN ELLOS.
Esto lo envío en este sábado de gloria a...Bahía Blanca también con pocas palabras.

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