domingo, 10 de abril de 2011

PRIMERO HAY QUE SABER SI DIOS EXISTE

La ciencia sagrada debe comenzar por saber si Dios existe porque antes de hablar de algo hay que saber si existe. Y afronta la cuestión de la evidencia ¿Dios es cognoscible por si? Los santos que se entusiasman con su evidencia lo proclaman (recordar lo que Agustín decía de los argumentos de los santos) con seguridad pero aquí está el filósofo que como Aristótels marca la diferencia y además es santo. No por estar equipados con el deseo de la felicidad que está en Dios conocemos con certeza la existencia de Dios.Esto nos hace permanecer en una cierta confusión ya que desconocemos la naturaleza de Dios y para conocerla debemos partir de la evidencia para nosotros más cercana, por los efectos y no por la causa de ellos aunque ésta sea clarísima. Nosotros no conocemos los términos de la proposición "Dios existe" como sí los de la proposición "el hombre es animal". El hecho que uno posea el concepto "Dios" como aquello mayor de lo cual nada se pueda pensar no nos permite concluir con esto que exista en la realidad sino en el intelecto sólo. Y el hecho es que hay quienes sostienen que no hay Dios. Hay que probarlo pues por lo evidente para todos nosotros que según el Apóstol son las creaturas hechas por Dios. "Pues las cosas invisibles de Dios desde la creación del mundo son vistas claramente, al entenderlas por las cosas hechas". Este famoso texto de la epístola a los Romanos 1,20 no deja de ofrecer materia para pensar.Las cosas invisibles son su poder eterno y su divinidad.
Por eso la demostración posible es la que parte de los efectos para llegar al conocimiento de la causa en cuanto a su mera existencia y no a cómo es en sí. Por lo menos tendremos certeza de su existencia partiendo de sus efectos conocidos por nosotros. Y por eso antes de saber cómo es algo podemos saber si existe con una modesta demostración "quia" y no una arrogante "propter quid".

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