sábado, 17 de septiembre de 2011

CONOCEMOS A DIOS

Las nociones nos permiten conocer las personas divinas cuando todo el mundo ignora todo de Dios y algunos fingen ignorarlo para poder cavilar que de Dios nada se puede conocer y hay que “no hablar”. Ya ha sido descubierta por la logotectónica la razón de ello: no se puede (por seguir el supuesto de la línea del continuo indiviso) considerar lo que ha sido como una totalidad consumada y perfecta concebida por la razón conceptual en cada época. Aristóteles concibió la sustancia divina como acto puro: el de la razón simple, Tomás concibió al Dios revelado como Espíritu y Amor, es decir al Dios verdadero, que es Trinidad de personas, porque Dios verdadero es un “quien” (YO SOY QUIEN CONTIGO HABLA) que viene hacia nosotros y la venida implica el de una persona enviada que es Dios y a su vez su partida, resucitado, provoca la venida de otra Persona enviada, otro auxilio o defensor. El Señor vivificante realiza a Dios en nosotros. Más allá de esto no podemos esperar. Es así que hubo una época subsiguiente para absolver una meta fundamental: la libertad política. Ya teníamos la gracia de la plenitud de los tiempos en la obediencia a la fe.
La tercera época de la filo-sofía se refiere al dios de la libertad que es el Espíritu Absoluto. Costó trabajo de gigantes del pensamiento y de quien con pureza documentara estas distinciones en la razón logotectónica de esta justicia transparente. Notoriamente es obra de la providencia porque hay verdad cuando modernos la relativizan y posmodernos la suspenden.
Aquí nosotros respetamos la justicia de darle a cada uno lo suyo. La ciencia sagrada concibe lo perfecto de la revelación del Nuevo Testamento como ciencia de la fe y no hay otra revelación de Dios en su esencia y en su interioridad ni puede haberla. Pero el desarrollo inmediato de los hechos en el camino de los hombres da la apariencia de lo que todos opinan en un momento dado.
Por eso podemos (ya fuera del ámbito de las opiniones de los mortales) saber de las Personas Divinas con la razón conceptual tomásica. Sabemos de quien procede la otra persona y como la primera en el orden no procede y así se conoce como inasible. En cuanto procede la segunda persona lo conocemos por la paternidad y en cuanto es origen del Espíritu por la noción de común espiración. Luego al Hijo se lo conoce procedente de otro por la filiación y en cuanto otro procede de él por la común espiración. El Espíritu Santo se conoce por proceder de otros por la nación de procesión. Son cinco las nociones y cuatro las relaciones y cuatro las propiedades. Descontando la que es común a dos, la espiración las nociones personales son tres: paternidad, filiación y procesión.
Entonces queda despejado el ámbito de las personas y se comienza por el Padre. La ciencia sagrada avanza con precisión conceptual y con obediencia piadosa.

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