Sabemos por la diáfana buena nueva escrita por San Juan que el Verbo, el Logos, era en el Principio y que era Dios, sabemos que era hacia Dios y escuchamos cómo el Verbo hecho carne fue enviado, el cual a su vez asegura que enviará otro Paráclito. Y lo creemos porque posee máxima belleza y es por eso verdadero (hay quienes desde siempre han preferido un Dios mudo y de espaldas, como las herejías de Sabelio y Arrio, acompañados de muchos hasta hoy, teñidos por la altanería de las ciencias sagradas, que prefieren que Dios sea nadie, que sea una cosa sin personas, es decir algo que no compromete y que da la necesaria patente para hacer lo que uno quiera en su cerrazón).
"Tú eres mi mi hijo y yo te engrendado hoy" Y también: "éste es mi hijo: a Él oid". Para explicar la Santa y divina revelación (la tenemos por tal, la sentimos por tal y la necesitamos por tal pese a los micrólogos que la manosean) nos asimos a lo "divino en nosotros" como dijo Aristóteles: el intelecto cuyo acto es generativo de un verbo, el verbum mentis, el cual es inmanente pues permanece en quien lo genera haciéndole conocer. En Dios es lo mismo conocer que ser como se mostró en las cuestiones de DEO UNO. Él es y es infinito, eterno e incircunscriptible (q 7 y 14). En la misma perfección del ser divino se contiene el Verbo que procede inteligiblemente y el principio del Verbo porque Dios es su mismo ser.
EL ES SU SER, no algo, no una cosa, por eso es infinito, y esto dicho desde lo que es una cosa y finita y piensa desde lo creado. Al ser Dios su ser es su conocer que se contiene en la Persona del Verbo que recibe el ser y lo posee sin ser hecho y de la nada como las criaturas, sean ángeles u hombres. Y su conocer es acto de suma prefección donde pone su complacencia.
Pero hay otro acto inmanente en la razón que nosotros asimismo poseemos: la voluntad. Aquí hay otra procesión pero en ésta el amante se encuentra en el amado, puesto que la voluntad es un movimiento hacia. En la procesión del Verbo la semejanza se da en lo inteligido que es así engendrado. En cambio en la del amor de la voluntad la semejanza es el principio del amor y hay que subrayar que se ama lo que se ha conocido.
En Dios sólo hay un acto simple por el cual todo lo entiende y todo lo ama: un solo y perfecto Verbo y un sólo amor perfecto en la eternidad. Así de la razón de intelecto y voluntad toman nombre las llamadas procesiones divinas. La procesión del amor de la voluntad que coincide con la esencia divina es la del espíritu y se llama espiración. La primera en el orden del intelecto se llama generación del Hijo.
En Dios hay vida y verdad que se manifiesta. Es sumamente verdadero y AD EXTRA por ello habrá creación. Por su huella en nosotros seres racionales podemos conocerlo con su ayuda efectiva. Muchos buscan profundidades vacías desdeñando lo simple y descreyendo de la consiguiente SALVACIÓN omitiendo la necesaria santidad.
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