El hermano Carlos que fue explorador de este país, Marruecos, ahora quiere predicar creando una orden tanto contemplativa como predicadora. Tres cosas la definen: adoración perpetua del Santo Sacramento en exposición, imitación de Jesús en Nazaret en su vida oculta y vivir así en el país de misión ¡Misionero que habita! Misioneros orantes.
Carlos esperaba compañía. Mientras tanto ocho horas por día está expuesto el santísimo. No tiene otro deseo que éste: ¡que venga tu reino! ¡que sea santificado tu nombre! Y Carlos desea Sus noches de plegaria en la cima de las montañas, velando para aguardar al Esposo: es la hora de la conversación amorosa. Es enteramente místico y quiere hacer su voluntad, está preparado a todo. Pide oración para que él ame la cruz y cita a San Juan de la Cruz: “es en la hora de su nulificación cuando Jesús ha salvado al mundo. Carlos repite: SOY EL MÁS FELIZ DE LOS HOMBRES. Pide oración para amar a Jesús y hacer en todo momento su voluntad. Quien ama se pierde y se abisma en la contemplación de su bien amado, escribe a una clarisa.
Presencia de Jesús e imitación: santificarse lo más posible por eso mortificación y penitencia. Es un asceta que predica. Es un místico que contempla: la hora mejor empleada de nuestra vida es aquella en que estamos amándolo, afirma. Recuerda esto al final del camino de perfección de Juan de la Cruz: “memoria del creador y estarse al amado amando”. Todo el resto es nada, dice Carlos: RESERVAR TODAS SUS FUERZAS PARA DIOS. Su vocación ordinaria: la soledad, la ESTABILIDAD, el silencio. Pero si me llamaran a otra cosa diría: He aquí la esclava…
Y luego traduce los evangelios al TUAREG. Y busca establecerse: la vida de Nazaret en un rincón del país.
De explorador en Marruecos a misionero que habita con quienes ama: los Tuareg. Siempre me pregunté: ¿qué misionar? Carlos pone el fundamento en: ADORAR LA SANTA HOSTIA DEBERÍA SER EL FONDO DE LA VIDA HUMANA. Y ve un nexo necesario entre la conversión de los infieles con la adoración perpetua, a la cual siguen el trabajo manual, la plegaria, la súplica, la pobreza, la abyección, el recogimiento, el silencio. Y la SANTA HOSTIA expuesta será quien “predique” por irradiación como el buen pastor que congrega a sus ovejas. De la adoración brota la santificación y de ella la predicación como signo sacramento.
Se predica desde el habitar. Esto es novedoso: Nazaret. El hogar el gran sacramento moderno.
Jesús lo atrajo desde su conversión a la vida de Nazaret donde Él mismo se sumergió treinta años. El recogimiento y el silencio y el alejamiento del mundo y de sus cosas como Jesús lo indica en Nazaret. Carlos ve que alrededor de la Hostia santa puede formarse una pequeña familia como la de Jesús en Nazaret. Y crecer en la santificación como Jesús en Nazaret dejando que habite su corazón en mí, su palabra, Él mismo…como lo pidió. Nazaret es el modo de hacerle morada y hospedarlo.
Nazaret es nuestra correspondencia. Nuestra forma misional: más monje que predicador. ¡Estoy hecho para el silencio más que para la palabra!...El muy santo sacramento, la soledad, son bienes que yo gozo más y más repite nuestro hermano. Y se acerca lo más posible por la afabilidad a los indígenas para transmitirle su beatitud, que no es otra que la belleza, la que San AGUSTÍN ha experimentado bien que conocida tarde, la verdad: ES ESTA BELLEZA QUE ES MI VIDA, DE LA CUAL SIENTO TAL FELICIDAD PARA NO DESEÁRTELA A TI DE TODO CORAZÓN, le dice a su amigo Gabriel. No se consolaría de no compartir con él tamaño bien. Nunca piensa en él sin amarlo. Pero debe asistir a las ovejas perdidas (por más que su amigo ¿se ha convertido en la Francia donde él perdió su fe familiar?) y vivir como solitario monje enclaustrado y santificándose y así tratando de conducir a las otras almas a Jesús, no por la palabra, la predicación sino por la bondad, la plegaria, la penitencia y sobre todo por la presencia del Santísimo Sacramento.
Habita en un valle solitario a unos cientos de metros del oasis, cultiva un poco de cebada y algunos árboles. Sobre una peña que domina el sembrado un humilde oratorio y una celda más humilde todavía como casa de Dios y abrigo propio. Invita allí a su amigo francés a comer pan de cebada y dátiles: allí hablarán del pasado y unirán los tiempos en el presente más dulce que el pasado y menos que el futuro que espera.
Repite: soy feliz, muy feliz, enteramente feliz, extremamente feliz…carta de 1904. En sus ermitas (tiene dos) las puestas de sol son admirables. Parece el PRINCIPITO y será su fuente sin duda. En la ermita ya descripta la soledad es mayor. La vista es maravillosa desde 2700 m: picos agujas, montañas de fantásticas formas como las dibujadas por Doré: ES UNA BELLA SOLEDAD QUE ÉL AMA AL EXTREMO
Hay arroyitos que con la lluvia se llenan a su vera de hierbas perfumadas y los Tuaregs plantan sus tiendas para beber la leche de la montaña. En otra carta lo invita nuevamente porque su afección fraternal durará por siempre. Le dice que los lugares son muy bellos, la naturaleza magnífica, la ermita humilde y es muy feliz. LOS TUAREGS Y YO HACEMOS LA MEJOR FAMILIA DEL MUNDO. Ama a su amigo y desea desde su felicidad ermitaña verlo. Estamos ya a cuatro años de su muerte. El corazón de Jesús arde en él.
Lo vemos como santidad para nuestro tiempo porque apunta al habitar en lo simple, al recibir sobre la tierra, a la contemplación más acá del mundo, al cumplimiento de la voluntad del Padre sobre la tierra, al almácigo de la persona. Creemos que el entusiasmo del hermano Carlos en la plenitud de su felicidad responde a esto antes que el siglo veinte gaste su vitalidad y su fe en el mundo del progreso.
EL EVANGELIO DE LA PAZ ES HOY LA LIBRE RECEPCIÓN DE LA PALABRA, DEL LOGOS DE LA VERDAD QUE OBRA LO QUE SIGNIFICA.
No se por qué digo a "cuatro años de su muerte" si murió en 1916. Bueno para mí está muy presente y cercano. Parece que está conmigo ¡Oh Carlos reza por mi Claraval!
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